sábado, 12 de abril de 2014

Mi nuevo libro: Luciano, una sapo lírico



Acá la tapa de mi nuevo libro que edita la editorial Tiempo de leer en Colombia.
Es mismo tienen relatos con animales: y he dedicado cada uno de los cuentos a autores que admiro dentro de la literatura infantil.
Este Luciano, el sapo, lo he dedicado a Roy Berocay.
El último huevo de dragón, al argentino Roldán.
La araña de la selva, al salteño Horacio Quiroga
La gatita de la suerte, a la autora Graciela Montes
Una arveja audaz, a la autora Laura Devetach.

Y con eso cumplo y me despido de mis cuentos con animalitos: en el futuro quisiera escribir para niños pero los animales me gustaría describirlos más en su habitat natural, haciendo cosas de animales, romper un poco la vieja fábula porque estoy siendo sincera si les digo que ellos también enseñan y mucho más cosas con su comportamiento normal. Que se comporten hablando y pensando como el género humano, a estas alturas, no los dignifica sino creo que al contrario. Los niños de hoy, los nuestros, deben de aprender que los animales tienen un mundo maravilloso en sí mismo.

El destino de María

Eran cuatro hombres.
Entraron en la casa sin pedir permiso y rompieron las cosas que guardaban otras.
Entraron como aullando sirenas.
Entraron y María se quedó dura como una piedra, le trajo tantos recuerdos que ni siquiera preguntó por qué llegaban.
Entonces le dijeron te llevamos con nosotros y nos llevamos tu destino.
Y María no entendió que se lo llevaban para siempre.
Esposas, capucha y botas sobre su cuerpo para viajar en un auto sin otro sonido que la radio que transmitía el campeonato de fútbol.
Era el 25 de mayo de 1978.
María después pudo recordar que oyó frases como: ¿crees en dios? Porque acá nosotros somos dios. Y otras palabras crueles. Y otras amenazas y algunos golpes que no le dolieron porque el susto era más que el dolor.
El susto fue tan grande que cuando salió de ahí borró todo de su memoria.
El susto fue tan agobiante como lo fue de humillante orinarse parada; decidió olvidarse
Y entonces ellos se quedaron con su destino.
Muchos años más tarde se dio cuenta que le importaban poco los golpes, la violación y mucho menos haberse orinado casi todos los días en el interrogatorio.
Pero le dolía y mucho, el destino robado. No pudo recuperarlo.( María Luisa de Francesco/ abril de 2014)