sábado, 22 de agosto de 2009

Selección y juicio de la literatura para niños.

Cuando hablamos de literatura para niños a nadie le cabe dudas que ha sido colocada antes que nada en un tamiz, donde el ojo del adulto juzga su contenido.
Si al fin y al cabo los autores son adultos: ¿ cómo no habría de medirse el contenido de una obra para niños?
Ahora el tema acá pasar por: ¿ Se selecciona bajo que rigor literario?
Y sin dudas ustedes me dirán que hay instituciones, algunas Internacionales y muy reconocidas, que tienen un equipo de gente preparada trabajando en ello. Y es cierto.
Pero de todos modos no me podrán negar que estos jueces, o seleccionadores de libros para niños utilizan un criterio autoformado o formado en la escuela de los adultos que son hoy.
Tampoco podrán negarme que muchas veces las obras seleccionadas son precedidas de grandes campañas publicitarias que inclinan los gustos más allá de los veredictos de los buenos jueces.
Y lo que menos pueden negarme es que: quien juzga o selecciona, además de sus criterios formado profesionalmente, siempre tiene un subjetivismo en lo que hacen. Sobre todo si de niños se trata y de literatura.
No estoy afirmando aquí que eso es malo, estoy diciendo que es imposible que no sea así.
Por todas las buenas intenciones que tenemos para los niños: nos ponemos paranoicos a la menor sospecha y nos cuesta incluso recordar el sabor de la travesura, lo que alguna vez experimentamos, dejó de ser considerado por nuestra mente como algo valioso y la formación pesa sobre los hombros de nuestras responsables tareas.
Al niño y niña hay que darle cosas buenas, cosas que enseñen y formen, porque así nos las han hechos aprender a nosotros. Hoy, en las puertas del siglo XXI aún se sigue pensando en formación cada vez que se nombra un texto para niños.
No voy a defender al ya famosísimo Harry Potter, pero ustedes saben que fue no aconsejado por varias Iglesias cristianas. Después de años la Iglesia otra vez como Santa Inquisición condenaba la brujería: aunque sea en el mundo irreal, no sea que los niños crean que son posibles y alien sus fuerzas al Diablo.
Y así ha sido por muchos siglos. El tema de Harry Potter para mí pasa por el tema de best seller y es otro tema que el de juzgar por brujerías un texto que, si vemos bien, ha tenido buena forma general de concepción.
Los libros para niños deberían de ser juzgados por ellos y recomendados por ellos: en este tiempo donde hemos dado a llamarnos Sociedad del Conocimiento y la Información, creo que un grupo de niños de los más lectores, obviamente, deberían de decirles a los otros niños, que libros les gustarán más. Son los indicados, tienen frescas las vivencias de la niñez, tienen claro que los aburre y qué no, tienen claro que libro se lee hasta el final y cuál no de puede y por qué.
Y con esto no digo que los técnicos, los críticos se queden sin trabajo: si el análisis y las referencias les compete a ellos y eso seguiría sagrado, está bien.
Pero los libros para niños, deberían de ser seleccionados y recomendados por niños.
Hay Instituciones que ya tienen niños que recomiendan lecturas, hay Escuelas y Bibliotecas que tienen rincones con niños comentando sus lecturas. Creo que hay que ampliar ese espacio.
Es una posibilidad de que otros niños se acerquen: no hay nada como un par etario para recomedar algo. A mi juicio sería más justo con la literatura para niños que ellos mismos la juzgaran desde el lugar donde la leen.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Leer para otros: ese es el tema.


Me siento a leer para niños, para jóvenes, para adultos, para mí. Ese placer interno que se abre y se dibuja es un mundo mágico que tiene persianas de todos tamaños.
Hay placeres, como el de imaginar, que son difíciles de complacer y aún más: de describir.
Los más jóvenes tienen dificultades con la imaginación: son hijos de esta generación Google, son hijos de la TV y el mundo de la imagen y el sonido. Sin embargo, puede lograrse.
Los cuentacuentos o narradores orales sabemos que no es una tarea sencilla pero, da satisfacciones y se puede, siempre se puede. Sin embargo lo más importante: vale la pena.
Creo que es el único camino real a la lectura que va quedando: leer para los demás.
Me vienen a la mente montones de reflexiones y estudios que van desde María Montesori a Michelle Petit, Daniel Penac y el propio Jorge Luis Borges.
Hay un discurso interno, hay una elaboración interna entre el texto leído y el otro, el escucha.
Hay un excelente compromiso con no dejar que el otro me invada, el otro, el que escucha, debe de ser libre: absolutamente libre. Puede imaginar cómo quiere. Pero sucede que al otro le cuesta, y los docente, normalmente, y los padres, en general, también viven en esta sociedad rápida y eficaz en velocidad y poca imaginación. Se resignan, abandonan, o ni siquiera lo intentan.
Sin embargo: leer para otros, recupera imaginación, da libertad a los sueños, permite mejorar el vínculo afectivo, crea efectos actitudinales sólidos en el escucha, refuerza su voluntad, acrecienta su necesidad de investigar o leer.
La cuestión claro está en : la selección de lecturas y la forma en que se hace.
Hablaremos un poco en una próxima entrega de un tema que da un poco de miedo:¿ la selección de lectura para niños pasa a ser como el jurado de lo que deben leer?¿ Somos el código moral de qué pueden escuchar y qué no? ¿ Qué nos hace ser jueces de sus lecturas?
Es un tema para investigar y debatir: prometo seguirlo aquí mismo.