viernes, 24 de septiembre de 2010

Un poco de lo actual en letras para niños.






Sabemos que en el país se están haciendo cosas buenas. Lamentablemente, no conocemos los proyectos que participan de la vida cotidiana en el ámbito nacional y tenemos poca información de lo que sucede en la capital del país. Merced de una vida veloz como en todas partes del mundo, a merced de los costos de las telecomunicaciones.
El proceso durante los años de la dictadura fue lento y penoso por no decir nulo. La mayoría de los hombres relevantes en todos los campos artísticos fueron expulsados del país y los que quedaron y pudieron mostrar sus obras debían hacerlo bajo condiciones del régimen de facto. Por lo tanto no podemos decir mucho de dicho período.
Hasta los años 80 no surgen editoriales, ni librerías especializadas en Uruguay. Si bien las bibliotecas públicas, tanto en la capital como en el resto del país, en su gran mayoría gozaban ya de una parte dedicada a los niños. Sin embargo, y como sucede en los períodos militarizados, en esta dura época donde la democracia desaparece, no se puede hablar de avances en lo educativo, ni cultural; por el contrario lo que sucede es un total retroceso. Así por Ej. , en esta cercana época y en pleno apogeo de los años 60 y 70, hasta 1981, los lugares destinados a los niños en las Bibliotecas públicas y los libros educativos o de recreación tuvieron un claro retroceso de falsedades patrióticas, educaciones moralizantes y posturas netamente fascistas.
En el año 1984, el gobierno declara de importancia Ministerial la Cátedra Juana de Ibarbourou de la Dra. Sylvia Puentes de Oyenard único lugar en el momento donde se dicta un curso a nivel de post grado para maestros y profesores de literatura, dedicado exclusivamente a las letras para niños y jóvenes. El curso, no obstante el reconocimiento, siguió siendo privado.
Nace entonces AULI, Asociación Uruguaya de Literatura Infantil, con sello editorial, uno de los primeros en dedicarse exclusivamente y con expertos a la literatura para niños. No sólo nace AULI sino que nace el título de Expertos o Licenciados en letras infantiles y también, los diversos clubes de narradores orales que, hasta ese momento, no tenían campo de perfeccionamiento y profesionalidad. No podemos desconocer nunca la labor realizada por la Dra. Sylvia Puentes en Uruguay. Médica de profesión dedicó su vida a escribir, recopilar, estudiar, ensayar e investigar la historia de la literatura infantil en el país.
A través de su obra se dieron a conocer no sólo cuentos y poemas sino que intentó, en buena medida, recopilar a reconocidos autores nacionales y compilarlos en viejas nuevas versiones. En el año 1994 en la Biblioteca Nacional, reunió a numerosos escritores de América Latina toda y organizó así el 1º Congreso de Literatura Infantil. Con un marco de público más que numeroso y eminencias de todas partes del cono Sur y el Caribe, la autora daba al Uruguay la posibilidad de tomar nuevos rumbos en este estante casi vacío que tenía la literatura infantil.
Por otro lado también pionera de las nuevas épocas crece el nombre de Ana María Babosi, coordinadora de IBBY para Uruguay, desde su propia librería y desde diversos estadios públicos y privados en Montevideo esta bibliotecóloga es un fuerte exponente de lo que significa animar y fomentar la lectura y la literatura para niños. Ha dictado numerosas conferencias y talleres, dentro y fuera de fronteras, y ha podido establecer con regularidad un taller para futuros maestros en la capital del país.
No podemos olvidar aquí la labor de algunas editoriales puntuales y la cantidad de nuevos escritores para niños que han venido apareciendo luego de recuperar la democracia. A pesar de los costos altos en un país que no produce papel y tiene muy pocos habitantes. Antes de nombrar lo que llamaría la nueva tendencia de escritores uruguayos en una verdadera vanguardia de literatura para los más chicos quisiera exponer lo que una gran amiga, bibliotecóloga, le dio a llamar “país de islas culturales”.
Como dije al principio de esta ponencia, Uruguay es un país con poco territorio y por ende podría pensarse que, gracia a eso y la gran alfabetización que hemos tenido, nos comunicamos y sabemos qué está sucediendo en poblados cercanos pero, no es así. La difusión de la obra literaria, sobre todo en lo dedicado a los niños, tiene escasa difusión. Los que tenemos posibilidad de tomar cursos o asistir a la Feria del libro en la capital del país podemos una vez al año contactar con lo que se hace a nivel nacional. Sin embargo, me consta, no es lo único que se hace. Pude hace algunos años de esto, (1995 /96 y 97) participar en encuentros diversos en el ámbito del Ministerio de Educación y Cultura, la sorpresa de mi parte fue ver cuánta gente bien intencionada y con tantos recursos humanos había en otros departamentos del telecomunicaciones, perdemos la totalidad de los nuestro en aras a veces, de países vecinos, por eso vale, mi aclaración en el principio de ésta.
Ignacio Martínez, es un escritor que pertenece a los nuevos uruguayos que narran para niños. Fundador de la editorial TAE, cuentista, autor de obras de teatro, tienen en su haber algunos títulos que, como en el caso de Roy Berocay, ya forman parte del acervo literario en algunas generaciones de gente joven. Así son sus libros Los fantasmas de la escuela y Los fantasma pasan de clase, por citar sólo dos. En el caso de Berocay, sus exponentes más conocidos son la serie de libros del Sapo Ruperto y Pateando lunas. Hay, de los dos autores, innumerables títulos más, pero si alguien accede a ellos, los doy como referencia de lo que se espera de un autor actual en este tipo de literatura.
Un poco más acá en esta historia se pueden encontrar sobre todo en los estantes de la editorial Santillana, en su colección Alfaguara infantil, a autores como Susana Olaondo, Helen Velando, Magdalena Helguera, Malí Guzmán, Sergio López, Fernando González, entre los más nombrados recientemente.

En estos autores se encuentra toda la ponencia de una nueva generación que apuesta al humor, la aventura, la magia y el reconocimiento de la frontera propias sociales y culturales. Creo que son el más claro exponente de años de trabajo que, como muchas otras cosas en Uruguay, suceden sin ser vistas hasta que eclosionan y dan la muestra clara de cómo se hacen las cosas dentro de un país de fronteras pequeñas. Así ha sucedido con un Benedetti, así sucede con un Galeano, así fue la historia de Onetti y la de tantos otros que en las letras van cifrando el trabajo.
Pero ha pesar de esta fuerza nueva y renovadora de autores jóvenes, a pesar de los esfuerzos editoriales por llevar programas de animación a la lectura, donde incluyen que estos autores viajen, hagan contacto con los niños y trabajen con ellos, aún así queda mucho por hacer. Mal que nos pese falta más para hacer de lo que se ha hecho. Porque seguimos teniendo un público menudo que no conoce a estos autores, ni a los otros, porque siguen siendo defectuosas o escasas las campañas y sobre todo, a mi juicio, porque las estrategias propuestas son desde lo privado y por tanto, apuntan al niño lector consumidor, no son reales campañas de animación a la lectura desde una política bibliotecaria nacional por ejemplo.
Tampoco he tenido noticias de que se incluya por ejemplo desde lo nacional, talleres para fomentar la lectura en la infancia y preadolescencia, como sí se hacen para los jóvenes y adultos en talleres impartidos en todo el país por el MEC. Se puede decir que no se tiene aún una política que apunte al estímulo temprano, desconociendo así cuales son las verdaderas fases para descubrir al lector potencial.
El trabajo concienzudo que se venía plasmando hasta el año 2002, tuvo un neto decaimiento con la problemática bancaria y el repunte del dólar, no olvidemos que ya nombré la dependencia económica del país.
Desde distintas esferas se hacen muchas cosas, de las buenas y las no tanto, habría que conocerlas y reconocer los esfuerzos que todos ponen en animar, fomentar y acercar los niños a los libros. Habría que fortalecer una política que vaya más allá del ámbito escolar solamente, y dentro de él, hay mucho por hacer desde bibliotecas escolares y desde las públicas ya existentes. Sabemos que se dispone de material humano, quizá tengamos que cargarnos con nuevos conocimientos, como estamos en plena pujanza de la sociedad de la información, pero sí tenemos un elemento humano bien formado, seriamente formado, creo que tenemos lo fundamental.