domingo, 23 de marzo de 2008

Leer, contar, o escribir para niños:¿ tarea menor?

Hoy asistimos a un mundo donde todas las tareas se relativizan. Seguramente unos pocos años atrás teníamos las mujeres roles asignados a los que difícilmente escapábamos. Aún así no creo que podamos decir que todas las tareas han sido adquiridas en función de géneros y ya son todas propias de ambos sexos. Seguimos descontando que hay tareas propias del género femenino o al contrario.
La enseñanza está generalmente feminizada. Siguen siendo más las maestras y profesoras mujeres. En esta tarea de " animar a leer", leyendo, provocar el encuentro entre libros y niños y aún un poco más lejos: escribir para niños, la cuestión del sexo marca una tendencia femenina clara.
¿ Somos maestras genéticas? ¿ Somos profesoras por cuestión antropológica? ¿ Escribimos para los niños las mujeres más que los hombres porque es un género menor? Y ahí vuelvo a mis desvelos.
Creo que hemos heredado en nuestros genes algo de altruísmo histórico que nos ha sido asignado por los siglos de los siglos. Lo hemos adquirido y tenemos mayor capacidad. Pero más creo que nos ha sido cedido el espacio por considerarlo justamente: menor.
Y quiero contales que no es menor. No es menor la tarea de facilitar la lectura para el futuro lector, no es menor poner al alcance de los niños la buena lectura y mucho menos menor es escribir para ellos.
Porque hay sólo dos tipos de escritura: la que es literatura y la que no lo es. En el libro del autor José Saramago: La flor más bonita del mundo, el autor explica claramente qué insignificante se siente por no poder escribir un libro para niños. Un bueno libro para niños, dice, puede gozarlo un adulto, pero no sucede lo contrario. Y es cierto. Cuántos adultos han disfrutado de El Principito. Cuántos más de Platero y yo, o de Robinson Crusoe, o incluso de Alicia en el país de las maravillas. No es cierto que Pinocho es una obra maestra en cuanto a estilo y forma, un libro que puede ser estudiado desde todo punto de vista literario. Como las aventuras de Tom Sawyer y su amigo. Por nombrar sólo algunos libros conocidos.
Es cierto que algunos de estos libros no fueron escritos exclusivamente para niños pero, al ser fácilmente entendibles para los más jóvenes, se hicieron dueños del estante de literatura para niños.
Un buen libro para niños es literatura. Y tengo que poder ponerlo en el estante de literatura, no es un libro menor, es un libro que el niño puede gozar y que por ende el adulto también. Cuando me pongo a discernir entre malos y buenos libros para niños, seguramente dejo fuera del contexto de mi crítica algo tan sencillo como pensar si es un buen libro literario o no. Generalemente al libro para niños se le pide que enseñe, que deje buenos ejemplos, que de pautas sociales o morales. Sin embargo, la buena literatura para niños, estoy pensando ahora en Pipa mediaslargas y en La historia sin fin, no tienen diálogos moralizantes. Son buenas obras para niños.
Se podría pensar que hoy en día el adulto mediador entre el libro y el niño ya no cae en ese error de pedir un libro ejemplificante: pues no, siguen los adultos pretendiendo enseñar a toda hora, incluso en la hora del ocio, quieren que el niño lea sólo aquello que le deja moral, sociabilidad y otra cantidad de justezas del mundo adulto.
Quizá entonces perdamos buenos lectores de ocio.
Quizá si no consideramos la ilustración como un arte parelelo a la lectura, perdamos otro lector más.
Quizá si cuidamos sólo el ejemplo que puede quedar después de la lectura, perdamos otro más.
Creo que escribir buenos libros para niños es un oficio literario complejo. Y a la hora de elegir, un bueno libro para niños, sin dudas tendremos que entender que un buen libro lo es para todos. Incluso el de niños.
No es fácil escribir para despertar el interés en los más jóvenes. No es fácil llamarle la atención con la ilustración a niños que viven inmersos en un mundo de colores e imágenes.
Es una tarea que requiere formación. Por eso, y porque tenemos necesidad de niños más y más lectores, las tareas de Animación o Fomento de la lectura, la tarea de escribir para niños, debe ser llevada a cabo por gente que reciba formación apropiada.
Y los gobiernos, desde sus aulas educativas, debe de proponerse la instrucción de estas personas que puedan hacer niños más lectores.
Ya he discutido el tema de que creo que la escuela es la gran alfabetizadora. La biblioteca es el lugar donde los libros descansan. Son lugares buenos para despertar el interés y mantener un buen trabajo de Fomento a la actividad lectora. Pero las personas a cargo de estas tareas deben de recibir formación específica.
Y no necesariamente deben de ser mujeres. Y no se puede pensar que son tareas menores estas que proponen parar la no lectura en un futuro de mente abierta a los libros. La escuela, la biblioteca, las salas de lectura y todo centro cultural, educativo y de diferentes sectores, privados y estatales, deben de procurar espacio de encuentro entre los niños y los libros. Formando lectores críticos y valiente, que se animen a leer porque fueron animados con cariño y respeto, con libertad y justicia.
Al fin de cuentas estamos hablando del niño de hoy: un niño que será adulto en un mundo aún mucho más informado que el nuestro. Un niño que deberá leer más de lo que nunca hemos leído nosotros, así que bien vale el esfuerzo en formar Animadores idóneos y escritores e ilustradores preocupados por la calidad de literatura que se entregue cada día.