viernes, 22 de febrero de 2008

Escribiendo sobre mis desvelos: la lectura en la actualidad.

APUNTES SOBRE LECTURA Y OTROS MOLDES.

Como algunos pensadores actuales, también creo que el tema de la lectura y de las nuevas modas de pensamiento están gastados las palabras y los esbozos, aún creo que están gastados los estudios concienzudos y formales.

El tema de “la falta de lectura”, la “falta de cultura” y la falta de “educación”, son comentarios gastados y archí escuchados ya no sólo en los pasillos de la escuela o la universidad, son como el chivo expiatorio de todo adulto que se refiera a jóvenes o niños.

Conste que cuando hablo de estos comentarios no me hago cargo de los que hacían nuestros propios maestros y profesores cuando quien reflexiona aquí tenía la edad de los jovencitos de hoy. Lo que sí estoy segura que pasaba era: el miedo, mal llamado respeto en muchos casos, la reverencia y el endiosamiento que sentíamos por nuestros mayores y docentes. Porque no sólo los odiábamos, que también había quienes se lo merecían o no, pero muchos gozaban de un absoluto sentimiento de omnipotencia desde nuestros ojos azorados antes sus conocimientos. También estoy casi segura que ellos estaban más seguros que los que hoy somos docentes y esa seguridad, era lo que los hacía semidioses.

Me explico: creo que muchos docentes de hoy estamos, están, inseguros, y la inseguridad es como las ojeras: delatan que uno anda mal. Creo que la inseguridad viene del cómo enseñar. Seguimos, por ahora, teniendo el dónde y el cuándo, con los horarios y los edificios, pero el cómo está cada día más inseguro. Las modas cambian y no se afirma ninguna: Con audiovisuales, con maquetas, con música de fondo, con muestras, con intercambios, con talleres dinámicos, con salidas didácticas, con videos, con pantallas gigantes y con computadoras y hasta el cañón y las fotos digitales. Todo es válido y sirve. La tecnología se adviene y la usamos, a como dé lugar, para que estos alumnos míos de hoy, se motiven, se interesen o me muestren, que saben mucho de tecnología y muy poco de lo que yo le puedo enseñar- algunos nos animamos al trueque: fulanito maneje la computadora y yo explico mientras tanto...

Pero no es mi tema referirme al área curricular y sí a la otra, a ese raro espacio llamado creatividad. Como docente en el área de talleres de creatividad y animadora a la lectura en una biblioteca escolar, convergen en mis esferas todos estos males que los otros docentes padecen y además algunos propios de los cuales, quiero hablarles.

La lectura tiene desde épocas inmemoriales el poder, porque encierra conocimiento, porque da seguridad, porque contiene las leyes, entre otras cosas, y contiene todo lo que se debe tener para gobernar a otros. Pero la lectura tiene un poder que va más allá del mero poder de las cosas y los hombres, porque tiene el poder de la imaginación. Ese poder, tan efímero para algunos, tan desconocidos para otros y tan poco válidos en la educación de todos los tiempos, es el que ha movido esta sociedad tremendamente tecnológica y ha diseñado también, los sueños y las aspiraciones del mundo de los “locos soñadores”.

Como hasta la edad media, en nuestra cultura occidental el clero tenía el poder de la lectura, pasaron muchas generaciones de no lectores por nuestro genes, seguramente eso debe de tener algún valor antropológico a la hora de saber qué importancia tiene la lectura en nuestra vida. Pero además, si somos mujeres las que pensamos en ella, nuestra historia como lectoras es aún más reciente, ya que hasta principios del siglo XIX no leímos todas, sólo algunas. Y si hoy, entendemos que los factores genéticos son importantes y determinantes de enfermedades y deformaciones, tal vez, sólo tal vez, esta poca importancia a la lectura, a la creatividad de que padecen las actuales generaciones sean, consecuencia en parte, de tantos años de postergaciones.

Y no sólo hubo postergaciones, es más, hubo latigazos, condenas a muerte, castigos e incluso, como pinta Humberto Eco, la muerte segura para quien leía lo inapropiado, o sea, lo que otros pensaban que no debía leer. Y a eso, debemos sumarle lo que nos tocó vivir en épocas de la conquista española, con sus recortes y la vejación y anulación de todo patrimonio oral heredado.

Como si fuera poco aún hay más: las dictaduras militares se encargaron de recortar y quemar aún más libros de los que ya se habían quemado en épocas anteriores.

Yo creo que el poder de la lectura radica más en todo lo que se ha quemado, negado, perdido con intenciones, escatimado, o robado, que en todo lo que hay escrito libremente y que no es poco.

Como dice la autora argentina Graciela Montes, sería interesante ver todo lo que hemos perdido para ver el valor y el poder de la lectura. Y lo más interesante que dice es que deberíamos recuperar esa ansía de saber por qué nos prohibieron leer aquello, por qué quemaron lo otro. Sin que nadie medie, entre lo prohibido y nosotros: sería interesante saber por qué nos han quitado algo que era nuestro. Porque todos sabemos que este soporte de lectura del que gozamos hoy, el libro de papel, una vez editado, deja de ser de su autor, es del que lo compra, o incluso del que lo saca de la biblioteca y lo lee.

Cuando se enseña por primera vez a leer en voz baja, cuando se comienza a trabajar con la lectura como introspección, cuando el libro comienza a cobrar dimensiones desconocidas para el intermediario y gana terreno en la cabeza o el imaginario de quien lo lee: el poder de la lectura crece. Porque nadie puede entrar al pensamiento del lector y decirle qué y cómo interpretar, qué voces escuchar y cuáles negar.

En la medida que se leía en voz baja, para uno, crecía la industria del libro. La industria editorial fue durante años, una de las más fértiles que dinamizaba eslabones que iban desde el papel, las tintas, los tipos de imprenta, máquinas, obreros y por supuesto, lo demás, lo que conocemos todos, los editores, los libreros, los autores. Esta poderosa industria supo mover barcos completos para el traslado del papel. Claro que un plano para armar un avión, pesaba tanto como el mismo avión. Hoy las cosas han cambiado y todo se puede enviar y hacer digitalmente.

Esta gran industria que movió, y aún lo hace, fortunas, tuvo gran parte del poder de la lectura en sus manos. Por eso, cuando aparecen en la sociedad postmoderna otras maquinas poderosas capaz de captar la atención, comunicarse y / o entretener al público, los afectados económicamente se sintieron amenazados y comenzaron a permitir y financiar grandes investigaciones a favor de los beneficios de la lectura mientras instrumentaban desde el mercado todo tipo de campañas.

El poder de la lectura en este caso, pasó a manos de las mayorías para mantener una industria que debería cambiar poco a poco.

Así sucede con el advenimiento de la radio, la gente escuchaba la radio y leería menos, cuando nace el cine, cuando llega la televisión y los videos de entre casa. Me quedan en el camino varios pequeños juegos técnicos más, pero ante la aparición de cada uno de ellos los editores y libreros atacaron a los mismos anunciando la muerte del libro.

Ahora, desde hace algunos años, algo así como el año 95 para nosotros, han comenzado comparando las computadoras con los otros “ enemigos “ del libro, y hoy, las editoriales venden libros por Internet , en los bordes de la era tecnológica se preparan para cambiar a la forma digital.

Vamos a comenzar aclarando que los presagios no fueron tan reales, el libro sigue vivo y todos los otros métodos de diversión y comunicación se han mejorado infatigablemente. La computadora es, a mi juicio, algo más que un mero entretenimiento. Es una maquina Inter. activa que rompió los esquemas educativos, y también los de la comunicación en sí. Ha incorporado nuevamente la relevancia del mensaje escrito, desplazando al teléfono que ganaba adeptos y ahora han disminuido. Ha incorporado la antigua forma de lectura e incorporado otras que están naciendo, algunas morirán y otras se perfeccionarán, pero, más que nada, posibilitan la puesta en público de millones de libros, que irán creciendo en su medida si se los demanda, y que aparecen cambiando el escenario de la lectura: se lee directamente al autor sin intermediario librero, se lee en una pantalla o se imprime en un café o en casa, se puede entrar y mirar las bibliotecas que han aparecido en forma digital, se lee sentado, por ahora, como antes. Fundamentalmente se lee tomando otra posición con respecto a lo escrito. Y se leen íconos, anuncios y letras a la vez, y se puede escuchar otra música, todo en un solo maniobrar con botones cada vez más diminutos.

Ha cambiado la era de la comunicación, ahora el mensaje de letras escritas importa y lo que no nos sacude tanto es el espacio, porque tenemos el ahora incorporado a los mensajes. Se sacuden los mensajes escritos y los de voz, y se cuentan como incontables los correos enviados y recibidos. Podemos conectarnos en forma instantánea con la noticia que queremos y podemos, hablar con cualquier persona por lejana que ésta esté.

Los intermediarios, libreros, periodistas, consejeros, pueden ser dejados de lado, los límites del derecho de autor son de una dudosa legibilidad, más que antes, y estamos otra vez, solo frente a las puertas de todos los textos que se han escrito, se escriben y se escribirán. Hemos perdido temporalidad y ganado universalidad.

Estamos siendo sepultados por la información, parecemos peregrinos eternos en búsqueda de granos de arena que jamás podremos terminar de recoger.

Cundo hablo de acercar los libros a los niños, todos concebimos al libro de formato y forma tradicionales: tapas y hojas de papel. Pero no es el único libro del que disponemos en la actualidad.

Por ejemplo hace años que el libro ha comenzado a cambiar para los niños pequeños. Los que hacemos animación a la lectura sabemos que por mucho que nos perfeccionemos, no existen mejores alentadores a la misma que la misma familia. Hemos recomendado leerle a los niños desde antes de nacer, cantarle canciones de cuna, leerles cuentos desde pequeñitos e incorporar el libro desde los primeros meses de vida. Existen libros de hule, de tela, de cartón duro. Para que los puedan disfrutar de ellos como un juguete y entren al mundo del niño con la empatía sonoridad y colorido que se advienen en la actualidad junto a las formas. Hay quienes opinan que eso no es buen libro para niños, que las bebetecas, esa palabra tan posmoderna, son un invento actual que no tiene nada que ver con la lectura.

Las bebetecas o los rincones de lecturas para cuando el usuario llega en cochecito, no sólo son la forma más tierna del camino hacia el libro sino, a mi juicio, un desafío a la permanente observación de una sociedad que va decreciendo en estímulos simbólicos. La bebeteca es un rincón, un lugar donde el niño pequeño puede acercarse a la lectura pero también, es un lugar donde las mamás y papás deben llevar a ese lector que aún gatea y por tanto, pueden ahí mismo contar con el espacio, el tiempo y la colección recomendada.

Para los que intentamos acercar el libro a los niños, este nuevo desafío de acercar aún a los que llegan en cochecito, es otro camino de aprendizaje. Hay que aprender a convivir con estos libros juguetes y aprender a animar al niño/ a sin perder de vista a los papás que, casi seguro, carecen de información y actualización de las herramientas actuales.

Si la buena literatura no tiene fronteras de edad, habrá entonces que aprender a seleccionar en estos pequeños textos, aquellos que realmente lleven la belleza estética al pequeño no lector. Tenemos que aprender a seleccionar no sólo el texto, acá la ilustración juega un papel fundamental, como si eso fuera poco debemos saber qué materiales usar en la selección de formas de la colección.

Pero en esto de Caminos hacia el libro, Animación a la lectura, o Fomento a la lectura el camino siempre insiste en ponernos a prueba y es lo que vamos haciendo: vamos avanzando zigzagueantes y no demasiados seguros de nuestra competencia.

No hay mucha competencia técnica en el área, la bibliografía es escasa, y aún más la lectura de ejemplos metodológicos. El área de investigación, que ha crecido notoriamente en los últimos diez años, aún no está al alcance de todos. Se necesita estar cerca de este tipo de material, ser un educador o docente bibliotecario preocupado en la temática, para conocerlo y abordarlo.

Y cómo si eso fuera poco: hay que discutir con muchos docentes a cerca de qué lecturas, de cómo animar a hacerlo, de qué cosas no debo hacer para que el niño carezca de entusiasmo en el futuro. La integración con las áreas específicas de estudio del idioma español pueden ser dolorosas y con literatura, tortuosas. Todavía hay mucho docente empecinado en seguir batallando con los viejos métodos y los más jóvenes, no tienen preparación en técnicas. La mayoría responde a estereotipos que poco o nada tienen que ver con el niño/ a actual.

Un buen proyecto en el área es un trabajo sostenido con los mismos alumnos durante por lo menos tres años. Me parece que es el tiempo para conocer a los futuros, o no, lectores, e impulsar nuestras técnicas variando las veces que sea necesario. Porque si de una cosa hay que estar seguro es que: la Animación o Fomento a la lectura nos exige creatividad y puesta a punto en forma constante. Aquí las planificaciones y estructuras rígidas no serán nuestra tabla de salvación, además quien nos juzgue será un juez mucho más severo que el Inspector anual: será el resultado final en números de libros leídos y concurrencia a la biblioteca por parte de los involucrados en nuestra experiencia.

Pero convengamos que no todos los que hemos pasado pruebas difíciles de matemática con buena nota, nos hemos dedicado a ellas. Convengamos que no todos los enamorados de materias biológicas, son médicos o veterinarios. Convengamos pues, sin tanta exigencia de nuestra parte, que no todos los niños que tengan un Plan de Lectura integrado durante tres años y realmente respondan al mismo, serán los grandes y constantes lectores de mañana. Lo que sí ocurrirá seguramente es que si no se transforman en ávidos lectores, tendrán muchos menos problemas en interpretar textos y se acercarán a las letras sin el miedo a perderse en ellas como en una maraña de lianas devoradoras.

En este camino la perseverancia seguro es un factor determinante del éxito. Con conocimientos y paciencia seguramente haremos que más de un niño/ a no lectores, se acerquen con más entusiasmo al mundo de la lectura. Si no caemos en trampas metodológicas de lo curricular, si no mezclamos placer con estudio, entusiasmo con obligación, y podemos adaptarnos a ir aprendiendo en forma constante con los niños los diferentes caminos a seguir, creo fervientemente en que el camino es un éxito seguro.

Hay una cosa segura: no podemos, ni debemos, competir con la TV, con los ahora famosos mensajes de celulares, con los correos electrónicos y mucho menos con los juegos que tienen los niños en la Red. Por tanto, si no puedes con el enemigo, únete a él, sigue siendo la consigna. Unirse no quiere decir participar sin crítica y sin responsabilidad, más bien todo lo contrario, aprendamos a leer también en toda esta nueva tecnología, aceptándola para ayudarnos y no hagamos complots para derribar ídolos infantiles, como los ya nombrados, asegurándonos que ellos han de servirnos en nuestra tarea desde su lugar.