lunes, 10 de febrero de 2014

Dos fotos inexplicables.

La culpa es de mi mamá que siempre anda buscando lugares y cosas extrañas, como soy su única hija seguro voy a parecerme a ella. Un día de primavera nos enteramos, mi padre y yo, que al fin mamá había logrado que le alquilaran a bajo precio la casona enorme que hacía años andaba buscando para pasar un verano completo.
En un lugar privilegiado, hermoso, en una gran altura y casi junto al río. Y así nos vinimos apenas terminaron las clases, tan pero tan felices. La planta alta de la casa tiene un balcón enorme, como una terraza, desde donde se ve correr el viejo río a veces mansos y otras, no tanto.
A mí lo primero que me molestó fue que justo al otro lado de la calle, la única companía era esa otra casa a la altura de la nuestra pero totalmente olvidada. Su techo ya no estaba, de las ventanas sólo quedaban pedazos de muros con rejas, en fin, que era una casona muy antigua que habían dejado ahí, abandonada. Me prometí que el primer fin de semana con mis amigas iríamos a recorrerla y a corrernos asustándonos.
Desde ese fin de semana lo hicimos, era muy divertido porque la casona antigua estaba rodeada de arbustos que crecían entre sus viejas paredes, los ladrillos desnudos, el portón de reja que cerraba la entrada chillaba bajo nuestras manos, había todo tipo de insectos corriendo por aquellos muros. Así que los sábados la vieja casa era visitada por nosotras que corríamos, nos asustábamos y gritábamos dandole un poco de vida al lugar.Y lo digo en pasado porque ahora...ya no podría ir.
Desde hace tiempo mi mamá quiere tener un estudio de fotos, pero no así un estudio de dos por tres, no, mi mamá estaba, y está, decidida a ser fotógrafa profesional con fotos maravillosas reveladas por ella. Mi papá no dice nada porque sabe que cuando mamá quiere algo, lo consigue, así que decidimos entre los dos, dejarla hacer y que ese verano se reciba de fotógrafa revelando sus hermosas fotos. Mi mamá es muy creativa. Se hizo un estudio de fotos en la planta baja de la casa que tuvimos ese verano, un cuarto de revelado como los de antes con luz roja y todo porque mamá había decidido hacer todo tipo de fotos.No podíamos saber qué destino tenía el bendito revelado de mi mamá.
Y fue la noche que esperábamos la tan anuciada tormenta. Cuando mamá supo lo del anuncio nos avisó que esa noche no quería que la molestáramos, que miráramos una película o que leyéramos algo, no importaba, pero esa noche ella tenía que esperar la tormenta en el balcón para tomar sus primeras maravillosas y artísticas fotos.
- ¿ Por qué esta noche, mamá?- protesté yo.
- Porque tengo puesto mi ojo en un punto desde donde se verá el río iluminado por los rayos, si es que hay tanta tormenta eléctrica como pronostican.- me dijo muy seria.
- Pero me voy a aburrir - seguí protestando- esta noche no pueden venir mis amigas...
- No te preocupes - dijo mi papá dejando el diario- tengo que ir hasta el centro, traeré películas y alguna revista.
- ¿ Puedo acompañarte?- pregunté
- Bueno pero no molestes si me demoro- agrego papá que siempre demora en todo- tengo muchos trámites que hacer.
- ¡ Está bien!- le dije y le tiré un beso con la mano- ¡ Voy a cambiarme!
Y nos fuimos con mi papá en un viaje que debía demorar un par de horas pero como siempre demoramos el doble. Vinimos cargados con la compra del mercado donde pusimos una cantidad de dulces que nadie nos había encargado y una cuantas películas de miedo más las revistas de historietas y palabras cruzadas que tanto nos gustaban.
Era temprano aún pero la tormenta ya se anunciaba, docenas de nubes oscuras se paseaban rápidas sobre el cielo, el río tan verde estaba lleno de grises sombreados, algunas descargas lejanas iluminaban sus laderas más allá de donde llegaba nuestra vista. Y claro, cuando entramos en la casa la vimos a mamá eufórica, contenta, con dos trípodes y dos cámaras en el balcón. Nos saludó con la mano y nos dejó ver una sonrisa que quería decir:
- Estoy feliz haciendo lo que me gusta, gracias por no molestarme.
Así que nos fuímos a guardar la compra y a ordenar qué película mirábamos primero. A las nueve comenzó una llovizna y muchos truenos anunciaban que la tormenta golpeaba ya las puertas, mi papá se había dormido porque gané el sorteo y estábamos mirando una de miedo. Entonces lo abracé y le dije:
- ¿Podemos ver las películas desde la cama grande?
- Claro que sí- me dijo contento.
Ahí nos fuimos con golosinas, revistas y películas a su habitación donde él roncaba y yo me moría de miedo mirando las películas que nos habíamos traído y masticando un chicle o dos, mezclándolos con algo de chocolate que me parece, me quita el miedo.
Eran como las diez tal vez cuando un rayo estremeció toda la casa, la luz hizo unos guiños y después del estruendo del trueno, oí gritar a mi madre de felicidad y luego su carrera veloz al sótano de revelado. Pensé:
- Ya está, por fin sacó su foto, ahora se viene a la cama y nos dormimos acá los tres.
Pero la que se durmió fui yo porque mamá esa noche no pudo la pobre. De mañana temprano me levanté y la vi cuchicheando con papá en la cocina, los pelos así nomás, eso que mamá se cuida mucho el pelo aún en verano. De pijamas y con cara de susto. Pensé que mi madre se había mirado las películas de terror que trajimos pero no, porque estaban mirando los dos fotos, seguro las fotos de mi mamá.
La cocina tenía solo un triste mate preparado, para mí nada, ni tostadas, ni biscochitos, ni galletitas, nada de nada, mamá se andaba paseando y papá sacudía la cabeza mirando fotos.
- ¿ Qué pasa?- pregunté
- Nada querida, nada- dijo mi madre pero el tono quería decir: pasa algo muy gordo.
- Ah no, dije yo, ya no soy una niña, cuenten que pasa...
- Las fotos- dijo mamá- son las fotos.
Antes que papá las sacara de la mesa de la cocina,siempre quiere ocultarme las cosas, yo las vi: eran dos fotos, grandes, en blanco y negro porque mamá está en su etapa sin color. Claramente se veía la ventana de rejas con trozos de muro de la casona abandonada. Al otro lado allá lejos, el río revuelto con la tormenta. Todo iluminado por un rayo, pero lo extraño era la sombra detrás de la ventana abandonada. La sombra de algo así como un hombre que estrangulaba una mujer. Era verdad lo que veía, pregunté casi llorando, qué clase de broma hacía mi mamá con las fotos que mostraba esa sombra siniestra en el lugar donde yo y mis amigas jugábamos a escondernos los sábados de tarde.
Al fin mi mamá se sentó, intentó tranquilizarse y me contó: que ella sacó muchísimas fotos durante el efecto de los rayos sobre el río, de marco usaba la ventana que parecía abierta al vacío y las rejas de las casa abandonada. No vio nada y cuando fue a revelarlas, entonces vio y no pudo parar de revelar como diez fotos más, agrandando, iluminando, en fin...Que aquella sombra aparecía siempre igual.
Después discutimos los tres qué hacer: llamar a la policía local decía mi padre, llamar a nuestros amigo el policía de la capital decíamos mi madre y yo. Al fin ganó papá y a eso de las diez de la mañana bajo una lluvia mansita, cayó el Inspector Gómez que nos hizo más preguntas de las que alguien pueda imaginar.
Se fue a las doce sin decir ni mu, ni ma, ni nada. Se fue serio preguntando si realmente las fotos las había sacado mi madre y se llevó las fotos.
Al principio esperamos tranquilos que alguien viniera a comentarnos algo, luego pasaron dos días y estábamos los tres muy preocupados. Nada de nada, nadie nos venía a decir si había pasado algo.
El viernes con vos segura, mi padre dijo:
- Si no nos informan nada, nos vamos de nuevo a la ciudad.- dijo eso y punto.
Mamá no reprochó nada, también sabe que cuando papá dice nos vamos, nos vamos. Tenía miedo que algo pasara, pero al final no pasó nada, bueno pasó, pero no lo que papá temía.
El viernes de tardecita nos llamó el Inspector Gómez, y las dos suspiramos, al fin había noticias, ya no teníamos que hacer valijas y mis amigas irían el sábado y con el cuento de las fotos, estarían toda la tarde haciendo preguntas.
El Inspector Gómez se instaló en el salón principal, vio primero la vista desde el balcón hacia la casa de enfrente, vio con el ojo de la cámara de mi madre desde dónde y cómo sacó las fotos, después aceptó un vaso de limonada y nos explicó despacio:
- Ustedes no tienen nada que temer, acá no ha pasado nada.
- Entonces la sombra es un juego de mis dos cámaras- dijo mamá con voz de no me diga mentiras- porque con las dos capté esa sombra...
- Sí, así es..- el Inspecto tomó un poco de limonada.
- Y las dos fotos son bastante nítidas- siguió mi madre- no creo que alguien en semejante tormenta hiciera la sombra para asustarnos...¿ no le parece?
- Yo tampoco creo eso...- dijo el Inspector y terminó la limonada.
- ¿Hay alguna explicación?- preguntó mi padre intentando estar calmado- ¿ Ud piensa que mejor nos vamos a nuestra casa?
- Bueno mire, - aclaró el Inspector tomándose un minuto- Esa casa está vacía desde fines del siglo XIX...Nadie más la habitó, nadie la compró, ni siquiera fue puesta a la venta...Es una casa totalmente abandonada ya ustedes la han visto...Sin embargo la información que yo tengo es que esa casa fue el regalo del padre de una joven heredera de la zona, Julieta Santos y Ríos. Su padre fue el fundador de este poblado, un hombre muy rico. Casó a su hija con el hijo de su mejor amigo...y le regaló esa casa que según dicen, era hermosa. El muchacho, llamado Juan Aristes, estaba loco. Inútil fue avisarle al padre de Julieta que el muchacho era trastornado, inútil fue que su propia hija le rogara no casarla con él...
Silencio, el Inspector se detuvo y mamá le llenó el vaso con su limonada milagrosa, el hombre tomo un poco y continúo...
- Se casaron en un diciembre de mucho calor, hicieron una gran fiesta y el novio se vino luego con su esposa para la casa pero nunca más lo vieron, encontraron a la pobre chica estrangulada en el dormitorio principal- el inspector señaló la ventana- Sí, ese era el dormitorio principal, al muchacho jamás lo hallaron y todos piensan que se ahogó de alguna manera siniestra. No son las primeras fotos que muestran esa sombra...hubo una en el siglo pasado...
- No se hable más- dijo mi padre- estamos frente a una casa de fantasmas,nos vamos mañana mismo.
- Pero es una historia fascinante- dijo mamá sentándose- cuentenos más...
- Bueno, no hay mucho más.- dijo el inspector- una o dos veces alguien comentó que sacaban fotos y se veía la sombra. No las he visto y tampoco me lo había creído pero le puedo asegurar que los cuentos dicen exactamente lo que usted fotografió.En el pueblo siempre se habla de lo mismo, es una leyenda este lugar y las fotos inexplicables...
Un rato más tarde el inspector se fue y nos quedamos con mamá pidiéndole a mi papá que no, no nos queríamos ir. Al final pobre mi padre, cedió con la esperanza que nos arrepintiéramos.
Le hice prometer a mi madre que en la próxima tormenta o en la noche más brillante de la luna llena, cuando la ventana fantasmal se llene de luz, me dejará sacar una foto.
Y acá estamos las dos esperando que eso ocurra, por suerte, aún no termina el verano.

Mi libro: la increíble historia de un amor y una no nariz

Publicado por la editorial Tiempo de leer, para su colección Tiempo de soñar, en Colombia, les dejo la reseña de este primer libro para niños, pronto serán tres, que presentaré en mayo en la Feria del libro de esa ciudad.
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