viernes, 6 de febrero de 2009

domingo, 1 de febrero de 2009

Librerías y bibliotecas.

Febrero trae los carnavales que son expresiones populares que muchos pueblos realizan a su forma y gusto. En Uruguay lo afro uruguayo le da un toquecito especial al resto de América del Sur. Nos llenamos de un lejano eco africano que nos legaron los primero habitantes de ese continente que llegaron en la calidad de esclavos y que, a pesar de sus infortunios, supieron mantener ciertos ritos y ritmos paganos, por suerte, dentro de los conventillos. Eso nos da ese toque particular porque hoy por hoy el pueblo entero se sacude con un ritmo afro: las Llamadas, que convocan al toque de miles de tambores y las danzas sensuales y expresivas de un ritmo caliente y pasional, nos acogen gran parte de este mes. Después vendran los murgueros, que también marcan en este país un tópico especial del llamado carnaval.
Pero este mes para nosotros es el último de vacaciones de verano. Así que entre candombe y murga, entre tablados y parodista, habría que salir a investigar que hay de nuevo en autores para niños y adolescentes.
Como siempre digo: esta tarea la hacemos los técnicos pero puede, debería, formar parte de una tarea familiar. Para que los niños vayan de la mano de sus padres y revuelvan, toquen, miren, elijan y desechen a su gusto, aún a costa de equivocarnos y que se equivoquen.
Supongamos que buscamos un juego, una película o una ropa: no van los niños con nosotros? No elijen, prueban, juegan y miran más de un artículo desechando y aprobando? No nos piden siempre el más caro o el más desopilante?
De eso se trata el camino hacia el libro: el libro de papel, que existe aún y debemos seguirlo usando para ir avanzando hacia el digital, debe ser un objeto más dentro de los que nuestros niños tienen en su habitación. Debe formar parte de sus colecciones más estimadas.
Ahora bien, cómo hacer para que sea una de sus posesiones más queridas?. Leyéndoles. Mostrándole grandes ilustraciones. Compartir con ellos ese momento fugaz pero maravilloso de leer un cuento o un poema, un texto sobre dinosaurios, una leyenda aborígen, un relato fantástico o algo que nos resulte cómico.
Y sí, si en este mes de febrero dedicamos una hora semanal a revisar que hay para comprar o qué tiene de nuevo la biblioteca para prestar, y luego dedicamos una hora más, semanal, a compartir lecturas, seguro que en marzo, cuando comiencen las clases, tendremos un buen porcentaje más de posibilidades de que nuestro niño o niña, tenga más ganas de encarar la lectura pero, lo más importante, habremos inciado en casa el fomento de la misma con una cuota de amor que no puede hacer ningún técnico.
Hay que arrimarse en febrero a las librerías y también, a las bibliotecas.