sábado, 16 de mayo de 2009

Las leyendas aborígenes.



Las leyendas aborígenes de cada región de nuestra larga América Latina, son siempre una posibilidad del animador de lectura para con niños y adolescentes. No sólo porque desde su lectura podrá mostrar las diferentes versiones que estos habitantes pre colombinos daban como explicación de sus miedos, sobre los orígenes de sus animales y su flora, sino porque existen también algunos libros con ricas ilustraciones que se pueden mirar para ver incluso, qué forma hay de representarlas más allá de la versión linguística.
Desde el norte, México, hasta el Sur, los patagones en Argentina, se puede pasar por una amplia galería de formas de contar y explicar vivencias y creencias. El buscar e informarse debidamente nos dará además, una referencia básica de esos pueblos que en su mayoría, fueron arrasados por una colonización que no respetó sus historias.
Y si bien es cierto que al estimular el hábito lector en el niño, o adolescente, no buscamos otro motivo que distender, entretener y animar la lectura, resulta muy gratificante ver que los alumnos se siente interesados en conocer por ejemplo, quienes eran los mapuches. O también en aportar las verdaderas costumbres de la ballena, otro ejemplo.
Entonces me cuestiono si mi clase de fomento a la lectura se transformará en una invetigación biológica o histórica. Ni lo uno,ni lo otro, aunque integrar la motivación es válido porque eso también es la lectura.
Pero más que nada en estas lecturas buscamos identificar el suelo de donde somos habitantes, la raíz de los que lo habitaron primero y la identificación con sus culturas arrasadas.
No olvidemos que animar a leer es también dar derechos y libertades. Por eso, leer leyendas aborígenes respeta a las comunidades que fueron extinguidas y a las que hoy apenas sobreviven como pueden.
Y como si todo eso fuera poco, tenemos distintas versiones para cotejar: por ejemplo me permití pegar una imagen de Anahí la histórica princesa guaraní que al ser apresada guerreando al frente de su tribu, fue atada a un ceibo e incinerada y al otro día, el ceibo, apareció con flor por primera vez. Las flores rojas serían el símbolo de esta valiente aborígen que dio la vida por la libertad. Además claro, fue una transgresora, pues las mujeres no guerreaban a la par de los hombres.
Sin embargo, los invito a buscar otras explicaciones de la misma civilización guaraní para entender por qué el ceibo tiene flores rojas.
Y así encontraremos distintas versiones de por qué el colibrí anda siempre de flor en flor y de otros animales.
Les aconsejo la investigación y búsqueda, que bien puede ser realizada por niños de entre 9 y 12 años. Aportando así ellos el material y compartiendo con los compañeros. Descubrirán así un pasado que está bastante vedado en los libros de hace algunos años.
Es una actividad muy reconfortante y tiene aristas sociales e históricas que sucitan otros aspectos de lo que es la literatura infantil propiamente dicha, pero son muy válidas.